El ser
humano ha modificado su entorno para mejorar sus condiciones de vida por lo
menos desde la revolución neolítica y la aparición de la agricultura unos 10.000
años atrás. Desde este periodo y hasta el presente, los bosques se han
reemplazado por cultivos y praderas artificiales y la mayor parte de los
animales salvajes han reducido su hábitat o se han extinguido. Por el
contrario, el hombre y sus compañeros, queridos como el perro u odiados como
las ratas, ha colonizado prácticamente toda la superficie del planeta. Más
alimento disponible permitió el aumento de la población, la aparición de
excedentes de producción, la especialización del trabajo, la agrupación de las
tribus en ciudades, junto con la aparición del estado y de los diferentes
métodos de gobierno.
. Una constante en nuestra historia como
agricultores, ha sido la formación de centros de poder que luchan por controlar
los recursos. La abundancia o escasez de estos recursos ha marcado la
estabilidad de diferentes Estados a lo largo de la historia. La disponibilidad
limitada de agua fue el catalizador para la aparición de los primeros imperios
en el delta del Nilo, Mesopotamia, Mesoamérica y los Andes. En el extremo
opuesto, la sequía en lugares de histórica abundancia de agua provoco la
desaparición del imperio Jemer en Tailandia, del imperio Maya en Meso América y
de la cultura
Tiahuanaco en lo que hoy es el desierto de Atacama y los Andes Sudamericanos.
En
tiempos más recientes, la sequía ha provocado grandes desplazamientos de
población en Estados Unidos durante el Dust
Bowl (1932 a1939) y en el cuerno de África, lo que ha ocurrido varias veces
en las últimas décadas afectando a sus habitantes de forma dramática. En Rapa Nui la guerra y la sobrecarga del
ecosistema devastaron a la otrora floreciente sociedad Rapa Nui, donde los
sobrevivientes quedaron encerrados en su isla al talar completamente los
árboles que les permitían construir sus Hokule'a de doble casco.
Hasta la
era moderna, el hombre funcionó apegado a la premisa de recursos ilimitados del
cazador recolector. Sin tener conciencia
de las limitaciones del planeta. Hoy, por primera vez en la historia, somos
conscientes de los efectos de la actividad humana sobre el medio ambiente. ¿Y
cuál ha sido la reacción? Pues, la misma de la que tienen las ovejas que pastan
tranquilas hasta que ven las orejas del lobo en los matorrales. Miedo, y con el
miedo apareció un nuevo problema, el uso de argumentos retóricos a favor y en
contra de instalar más industrias y plantas de energía. Porque por un lado hay
una presión justificada para reducir los efectos de la actividad humana sobre
el medio ambiente, por otro lado está la instrumentalización de los miedos de
la gente, y por otro lado la necesidad de generar energía, productos y
bienestar a una población que tiene cada vez mayor poder de consumo. Es en este
contexto que los gobiernos deben cumplir con la tarea de compatibilizar
desarrollo con cuidado del medio ambiente. Y esta tarea no cumple cuando el
proceso está contaminado con la presión de grupos de interés de ecologistas y
grandes empresas. Es por eso que la gente debe pedir criterios técnicos de
estado y no politizados. Pero para que la gente los pida, alguien debe
enseñarles… ¿Y hay alguien que esté haciendo esto?
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